Hoy me excederé un poco más (pido perdón).
Pasad un buen fin de semana.
LA MUERTE ES PARA LOS MUERTOS¹ .
El mundo se presenta como antaño, infinito y estrangulado en su vastedad, cuando en esta habitación, mi silencio lo valida; cuando cada día es siempre el sexto día².
Tal vez sea como la de Eurídice³, en realidad, la inmortalidad que pretendo; y aspire a convertirme en un ser indeterminado en continuo trascender: dejando de estar muerto pero sin estar vivo. Aunque temo haber fracasado estrepitosamente, y anhelo abandonar este grisáceo cauce y vislumbrar con mirada felina la certeza.
Y me pregunto cómo pudo Orfeo, siendo el mejor de los hombres, cometer tal error⁴. ¿Acaso no tuvo el don por castigo? Pues el lamento celestial de las nueve cuerdas y su voz excepcional, no bastaron para que los rayos del sol libraran de la eterna sombra a su amada dríade, ni tampoco para impedir su propia muerte en el ocaso de sus días, solo y despedazado por bacantes y ménades.
―Reflexiones―.
¹ Con este título se alude a la versión del mito órfico, en la que el cantor y trágico viajero del Más Allá muere fulminado por un rayo de Zeus al revelar los secretos del inframundo a los hombres, es decir, que Zeus lo castiga por hablar demasiado, ergo “la muerte es para los muertos”. En Las basárides de Esquilo ―la otra versión que aparece en el texto― Orfeo es devorado por estas bacantes cumpliendo las ordenes de Dionisos, que había sido rechazo en favor de Helios.
² Vid. Génesis 1:24-31
³ Vid. Orfeo y catábasis o descenso al inframundo.
⁴ Resulta siempre interesante acudir a la mitología comparada para tristemente ratificar la maniquea tergiversación llevada a cabo a lo largo de la historia contra la mujeres. Pues no se requiere de mucha imaginación para ver la clara y perversa conexión entre la Edith (Eurídice) y el Lot (Orfeo) del primero de los libros de la Biblia cristiana. Mutatis mutandis, en el Génesis quien traiciona a su voluntad y se condena ―transformándose en una columna de sal― es Edith ”mujer” y no Lot “hombre”.
Explicación
El texto forma parte de un fragmento de algunas cosillas que voy escribiendo para mí bajo el pretencioso título de Reflexiones. Lo que habéis leído, aquellos que lo hayáis hecho, es un resumen de Reflexiones IV (13/05/2024), pajillas mentales sobre la existencia y la inmortalidad.
Las notas 1 y 2 las añadí después de modificar y reescribir el fragmento original, las otras dos ya estaban.
Tentado estuve de añadir otra nota en la “mirada felina” de la frase: ...y anhelo abandonar este grisáceo cauce y vislumbrar con mirada felina la certeza., para explicar que me estaba refiriendo al experimento llevado a cabo por Schrödinger. Las aguas grisáceas son la incertidumbre, y el gato (con su mirada felina) lo que desea es que éstas dejen de ser turbias, que se tornen certeza.
Para acabar, señalaré que el relato, si así se le puede llamar, no es más que ¿un galimatías? en el que mediante la metáfora he tratado de relacionar una perpetua creación del mundo (Génesis 1:24-31) con el periplo de Eurídice para escapar del Hades (catábasis) y el experimento de Schrödinger y su famoso gato.
En resumen, me imaginé a Eurídice encerrada en una caja y que todo sucedía cuando cada día es siempre el sexto día...
Santi