Pronto sólo comprará bonos el BCEDe acuerdo con las propias previsiones del BCE, en el mejor de los casos la inflación de los próximos cinco años se moverá en el entorno del 1,8 %. Y digo en el mejor, porque actualmente es del 3 % y los programas de estímulo monetario y económico van a relanzar.
El BCE tiene un problema: si los inversores siguen comprando euros a mansalva, el programa de estímulo monetario - el famoso QE - no habrá servido de nada. El mandato del BCE es muy claro: tiene que mantener la estabilidad de precios en la zona euro y, al menos hasta el día de hoy, un IPC anual “cercano al 2%” es lo que los bancos centrales consideran estable y deseable.
La mayoría de los analistas y estrategas del mercado trabaja con números. A más números, mejor. Existen incluso casos extremos de gente que, a más se equivocan, más números miran. Como si por ver más números fuera a cambiar la dirección del mercado y el resultado de sus inversiones.
Una de las cosas más alucinantes que he visto en política en los últimos tiempos – y ya es decir – es la actitud de los políticos europeos de que el riesgo de deflación – y sus consecuencias económicas – es un asunto que no va con ellos. Literalmente.
El índice de referencia occidental de la eficiencia, la seriedad, la sanidad, la educación cívica, y no sé cuántas cosas más, suele ser Suecia. Por no tener, casi no tienen corrupción, lo cual para un español es todavía más alucinante que todo lo demás.
a tentación más habitual cuando en un país surgen problemas de crecimiento es devaluar la divisa. Si quieres vender pero sin que bajen internamente los precios, nada como bajarlos sólo de cara al exterior, es decir, devaluando la divisa.
Creo que era en una magnífica película de Willy Wilder donde un periodista decía eso de que las buenas noticias no venden. En la actualidad habría que añadir que tampoco son “trending topic” en Twitter ni objeto de acalorados debates en la redes sociales. El problema es que esto puede llevar a los inversores a ver solo en las malas noticias y actuar en consecuencia.
Tres palabras ha dicho el señor Draghi el jueves que parecen haber pasado desapercibidas en prensa, redes sociales y comunidad inversora. Era su cumpleaños – literalmente - y debió tomárselo muy bien, porque su mensaje fue un regalo para los mercados
Aunque la tragedia griega no ha finalizado, si es cierto que esta “temporada” de la “serie” está acabando. Tal y como escribí en otro medio, la temporada acababa si o si el 20 de este mes. Se puede dejar de pagar al FMI – con el permiso de EE.UU. -, pero no a la empresa que te pone el riñón artificial, que en este caso no es otra que el Banco Central Europeo (BCE)
A veces magnificamos las capacidades de los bancos centrales. Y, nos guste o no, el que manda es el mercado. Una cosa es que la decisión del BCE de comprar 60.000 millones de euros al mes en bonos europeos sea ponerles el viento a favor, y otra, considerarla una red de protección como la del circo.
En Noviembre publiqué un libro -“¿Y yo, que hago con mis ahorros?” (Deusto) – uno de cuyos objetivos era ayudar al inversor conservador a obtener una rentabilidad superior a la que ofrecen actualmente los depósitos bancarios (otro era evitar que le den “gato por liebre” al comprar productos financieros)
Imaginemos que en un mercado entra a comprar lo que entre “brókers” se denomina una “mano fuerte”. Imaginemos que, además, anuncia lo que va a comprar (eso ya es mucho menos habitual). E imaginemos finalmente que esa mano fuerte es la más fuerte que puede haber – un banco central – y que, además, no sólo te dice lo que va a comprar, sino que también te dice lo que NO va a compra
Llevo meses escuchando lo de que “no hay valor en la renta fija europea”. Estamos ante un ejemplo claro de cómo el mercado se mueve por sus propias reglas: no habrá valor, pero se sigue y se va a seguir ganando dinero si se elige bien donde se invierte. Ahí van algunos de los argumentos que se utilizan en relación con este asunto y que creo puede ser de gran ayuda matizar o explicar.
Mi opinión personal sobre como creo que acabará algo que nunca debiera haber empezado – la inclusión de Grecia en el euro - ya la conocen: lo más probable es que los dos “polis”, el bueno, Tsipras, y el “malo” – Varoufakis (ver “La Tragedia griega: primer acto”) tuvieran claro desde el principio que su objetivo era
Cuando empezaron los problemas con Grecia – o más bien cuando políticos y mercados se dieron cuenta de lo que venía gestándose durante años – cometí el error de escribir que más que una tragedia parecía una telenovela. Los actores eran malísimos: ya sabemos como es la clase política europea en general y griega en particular.